miércoles, 2 de enero de 2008

Índice de "Siguiendo a Li": Tras las Huellas de Li


- Señor, ¿Qué son esos entrecruzamientos de los campos? (1) ¿Qué líneas se dibujan en mis pies para bosquejar mi Destino? (2) ¿Qué es Li? ¿Qué bellas formas se vinculan a mis pasos, sus pasos? (3) ¿Es quizás el despojo de mi centro el que me trae hasta aquí? (4) ¿Serán las mañanas tan sutiles como para despertar el filamento de mi luz, la suya? (5)
- Se fiel a Li, hijo, que es tu único Destino. Síguela, obsérvala, abrázala como lo único imperecedero, pero, ante todo deja que el Camino se haga mapa en ti. Siente que si no hay yo que defender, la corriente fluye a través de tus límites siguiendo a Li. (6) A Li, si se la persigue, se la pierde y estropea: el filamento incandescente no se apaga nunca, pero el yo es su muralla. (7)
- Pero entonces, ¿de nada vale mi voluntad? Mi voluntad es meditar hasta que Li aparezca, se muestre ante mí y mis 9 orificios la sigan y se conecten al kósmos
π, de-velando así la única verdad.
- Siento decirte que de nada vale la voluntad, solo la preparación. (8) Pero no, hijo, no hay causas y efectos, ni hay voluntad de iluminación y su consecuente iluminación (9) Solo hay flexibilidad y rigidez. Meditar es desmortificar la voluntad, quitarla de las amarras del yo y de las redes que teje la mente. Meditar es un ejercicio de desmadejamiento, es pasar de lo sólido a lo líquido: es cambiar de estado. Pero nada nos dice de la consecuencia de la recompensa, ésta es pensada así por la voluntad de un yo avaro de progreso. Tienes que saber que Li está allí, donde Nadie la busca. Si eres tú quien la busca, hay Alguien…
- Creo que comienzo a comprender. Si yo busco con mi voluntad, deshago mi Destino, lo penetro con mis durezas y atravieso el filamento: nada que hacer: se pierde el Tao. Solo queda hacerse flexible, líquido, para ser tomado por la Corriente en el momento que ocurra… (10)
- El yo es la cáscara de una ostra, hijo. Su dureza “protege” su más preciado interior de “los males” del mundo y priva al mundo de su perla. El yo, la cáscara, no sabe que la perla, su más angustiante tesoro, se formó gracias a un grano de arena, una porción del kósmos que se coló en su interior. El yo no conoce de la exterioridad de su interior, y en esa farsa, se endurece.
- ¿Somos, entonces, ostras?
- Que solo pueden chocar cuando se acercan. Que se lastiman en sus abrazos, que rechinan en sus cariños. (11). El hombre, hijo, tiene Destino de kósmos. Debe ser el guardián de todas-las-cosas, porque él mismo es todas-las-cosas: es piedra-río, pez-planta, gato-ratón, aire-nariz, sol-y-pupila. Él es todo, pero por sobre todo, es de la tierra. ¿Y qué es la tierra sino un pedazo de cielo? El hombre no es más que una posibilidad del cielo de observarse a sí mismo; posibilidad, por ahora. (12)
- ¿Y qué es lo que nos separa de esa realidad, la de ser el guardián de la tierra, un pedazo de cielo?
- Nos separa la inversión de la potencia. Por una causa extraña, hijo, el hombre no quiso o no pudo aceptarse creador. ¿Su escape? Una única creación: Dios. Un dios que sobrevuela los cielos, dividiendo: cielo-tierra, bien-mal, arriba-abajo, riqueza-pobreza y así hasta el infinito.
- Ah, ese dios de antaño…
- Sí, hijo, ese dios embravecido, dios creado por el hombre para quitarse la responsabilidad de sus acciones, de sus elecciones y de su Destino. Dios incorporal, dios castigador de la tierra y de sus frutos: los hombres.
- Veo claro esto, señor, pero no entiendo, ¿que pasó con el hombre?
- Niega la potencia de su interioridad y de la madre tierra que le prestó sus flujos, se niega como guardián, como creador y como Ojo del cielo. Su potencia queda sepultada, reprimida y es proyectada en ese dios…Alguien nos advirtió que ese dios había muerto…no fue escuchado. Ese dios nació producto del miedo a fluir de los hombres, miedo a su propia flexibilidad y torsión frente a todas-las-cosas. (13)
- Veo en el hombre mucha tristeza…
- Es así, hijo, se encierra en cementantes cuevas que llama hogares, se “contagia” de automatismos en redes a las que llama familias (14).
Quema toda vida a su alrededor para instalar sus mortificantes hábitos y así evitar su Destino: hacer fluir a todas las cosas.
- Tristeza. ¿Y cuál es su mortificante arma?
- Las hay muchas, pero la más ingeniosa, la que lo quita de su fluir, la que edifica los cimientos de sus costumbres-tumbas no es otra cosa que la Memoria.
- ¿La memoria?
- La memoria, hija de la calcificación de los huesos, herramienta magnífica en complemento con otros fluires…pero en complemento… (15)
- Y entonces, ¿la memoria es madre de la mente?
- Veo que vas entendiendo…la memoria es lo que nos estructura, como nos estructura nuestra columna…pero, ¿qué pasaría si el ser humano o cualquier ser viviente fuera solo huesos? ¿No se acercaría a algo inanimado? ¿No estamos calcificados por lo duro de la memoria? ¿Cercados por ella? ¿No somos casi todo caparazón de la ostra? (16).
Piénsalo unos pasos, hijo.
- Pero… [Y calló dando mil pasos]
- Entonces, la meditación, ¿qué función cumple? (17)
- La función del olvido de los ropajes del yo. La costra debe salirse, la meditación es la limpieza de esa costra de procesos, fluires que se han convertido en objetos, dándonos a creer en la existencia de las cosas. (18)
- ¿Las cosas…acaso…no existen?
- No como entes separados. La mente, hijo, recorta figura sobre fondo para poder decir: arriba-abajo, blanco-negro, malo-bueno. Las cosas existen en tanto que el dios del hombre exista. (19)
- Vuelvo a no entender
- Es bueno que no entiendas, hijo, de eso se trata todo. La memoria “entiende”, cuando entiende, apresa ese flujo y lo petrifica, así como el hombre petrificó todos los bosques convirtiéndolos en ciudades.
- Estoy desesperanzado…
- Es un difícil camino, pero saberse de algunos fluires es lo único que vale para saber cuando se estanca la cosa…La meditación te enseña, hijo, a ser Hombre, para ello necesitas de la agresividad de un animal poderoso, tú tienes tu dragón contigo. El dragón debe quemar las cuerdas que te amarran a ser un hombre para finalmente llegar al niño. (20)
- ¿Al niño? No quiero volver a ser un niño…
- No es volver, es retornar a lo móvil…algún día lo entenderás. (21)
Mis palabras, como las de todos, no nos sirven de mucho, solo producen algunas chispas a veces que alumbran el camino…
- No sigo sus palabras, me supera todo esto…
- Digo que no te fíes de tu memoria mental, más bien deja que tu cuerpo escuche… Retornar al niño, ese es el Destino, fundirse con Li y reabsorberse en la Corriente para volver a ser eterno.
- ¿Y cómo lo logro sino depende de mi voluntad?
- Valiéndote de la única Vía para emprender el retorno: la meditación. Sin esperar nada, vuélvete Uno con el mundo. (22)
- …
- Y después, una vez adentrado en la Vía, presta atención a las señales que te darán todas-las-cosas-bajo-el-cielo. Este es el ejercicio que llamamos “El arte de perseguir las venas del dragón”, o simplemente: “seguir las espaldas de Li” (23)
- No estoy del todo seguro de comprender…pero hay algo dentro…
- Sí…calla…entiendo, pero calla. Es Eso.
- …
- La Gran Potencia puede golpear sus puertas solo una vez, debes estar preparado para cuando lo haga.
- Mis pasos-sus-pasos, maestro. Pero, aunque entiendo, y lamento mi palabrerío: ¿qué hacer con el resto de las gentes? (24)
- ¿Qué hace que una ola se forme?
- ¿…?
- Digamos que el viento, algo “externo”, afecta en el centro del mar a unas moléculas de agua…Estas, no viajan durante miles de kilómetros hasta las costas para “cumplir” su recorrido, sino que actúan por contagio, por decirlo así. Es decir que ellas, las moléculas que vibran, afectan a sus compañeras que están dormidas, haciéndolas vibrar…y así sucesivamente hasta llegar a alguna costa y formar así las olas.
- …
- Lo mismo digo para ti: trabaja para estar lo suficientemente abierto para vibrar en el momento que el viento sople. Si esto ocurre, solo resta esperar que la vibración afecte a otras formas.
- ¿Cómo voy a saber qué el viento va a soplar?
- No importa demasiado “saber” eso, es más, saberlo implica protegerse del viento. Saberlo es memorizarlo, meditar es vibrar para encontrar la experiencia.

π Ver Glosario al final del libro.

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